Petracavallo
Mottola, Apulia Petra Cavallo es el nombre de esta legendaria masía cuya historia es increíble y tiene más de mil años. Parece ser que uno de los primeros viajeros que encontró aquí descanso fue San Francisco de Asís, en el verano de 1022, a su regreso de Egipto, de quien se dice que dejó una huella de su rostro en la piedra sobre la que solía dormir. En 1809, coincidiendo con la supresión de las órdenes religiosas ordenada por Murat, la masía pasó de manos de los Padres Conventuales a las del barón Ferdinando Notaristefano. El barón era tan devoto que cambió el nombre de la finca por el de San Francesco. En 1861, la finca ya estaba en posesión de un D'Onghia, para ser exactos Giuseppe, recaudador municipal de impuestos de Mottola, pero no muy lejos se encontraba el escondite de los bandoleros liderados por Coppolone. Cuenta la leyenda que un día, tras acoger a un gualán de la masía que había sido humillado en público por Giuseppe, éste decidió irrumpir en la casa del recaudador de impuestos. El patrón Giuseppe fue secuestrado y colgado de un árbol infestado de hormigas hasta que se entregó el rescate. Desde aquel día, el patio de la masseria permanece cerrado. En 1922, Petra Cavallo (San Francesco) fue vendida a los hermanos Leogrande, que dividieron la finca. La parte norte a Gennaro, la parte sur a Giuseppe. Entretanto, las actividades agrícolas (y ganaderas) de la finca fueron adquiriendo importancia y la producción aumentó considerablemente. Durante este periodo, se produjo un hecho extraño: los pavos nacían lisiados y morían como moscas. Esto se atribuyó al hecho de que la iglesia de la granja, por entonces desconsagrada y abandonada, se utilizaba para la cría de pavos. A partir de ese día, la iglesia fue reconsagrada y el fenómeno desapareció. En la segunda posguerra, la Masseria San Francesco fue renovada y ampliada; los hermanos Leogrande, ya ancianos, cedieron en 1958 la gestión de toda la economía local a sus hijos, para no dividirla oficialmente. Actualmente viven aquí tres familias emparentadas: la de Diego Ludovico, la de Maddalena D'Onghia y la de Giuseppe D'Onghia, padre de Vito, el deus ex machina de la producción natural de vino de Petracavallo. Aquí se produce según la tradición, sin pesticidas, aditivos, levaduras seleccionadas, temperaturas controladas ni adiciones exageradas de anhídrido sulfuroso. Los vinos de Petracavallo son vivos, territoriales y emocionantes.
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